“Para avanzar en la erradicación de la violencia de
género es preciso que el Estado actúe con justicia, no solape la violencia y
enfrente todas las formas de violencia vigentes en la sociedad. Es preciso que
el Estado sea garante de la vigencia del estado democrático de derecho”.
Maestra Marcela
Lagarde.
Por
"violencia contra la mujer" se entiende todo acto de violencia basado
en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad,
tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.
La Declaración sobre
la eliminación de la violencia contra la mujer, de las Naciones
Unidas en su 85ª
sesión plenaria, el 20 de diciembre de 1993.
En estos últimos
días, hemos estado viendo y leyendo en las noticias publicadas por distintos
medios de comunicación nacional, como ha incrementado, y no solo en número, sino en la crueldad con que se comenten los
femicidios. Esta situación te deja la sensación que estamos llegando a niveles
incontenibles de inseguridad en la vida de las mujeres nicaragüenses, y que
visiblemente estamos ante una situación que mas allá de generar reacciones generalizadas
de “pobrecitis”[1]
no logra vincular estos hechos a cuestiones tan fundamentales como es la libertad,
la autonomía, la igualdad, la democracia y la justicia social, lo vemos
como un acto criminal mas; sin embargo al detenernos a analizar cómo se han
dado estos femicidios, los elementos socio-culturales, económicos y políticos,
nos estrellamos al identificar que la
violencia contra las mujeres, no viene sola, que hay otras situaciones
previas o paralelas que han creado una condición favorable al femicida, para
que éste cometa su acto, y es ahí donde quiero detenerme a reflexionar, claro está
que no podre hacer una reflexión integral, porque convergen tantas cosas que me
quedo corta, por razones de tiempo, espacio y porque no soy “todologa”[2], solo
quiero expresar “mi arrechura”[3]
por estos actos.
En el encabezado
de esta humilde reflexión, coloque una cita de la Maestra Marcela Lagarde[4], con su sabiduría
claramente expone que para “avanzar en la
erradicación de la violencia de género…. Es preciso que el Estado sea garante
de la vigencia del estado democrático de derecho”, cuando yo, leí esa parte
(hace un tiempo), me pregunte y esto ¿Cómo, se come? ¿Cómo es que la violencia
contra las mujeres, tiene que ver con la falta de democracia y estado de
derecho?, en ese sentido, he venido leyendo y escuchando mucho sobre esto, y he
ido aclarándome poco a poco, y sigo aprendiendo al respecto. Entonces, me
pregunto, quiere decir, que ¿Las leyes no son suficientes? ¿Qué las campañas de
prevención y denuncia de la violencia no bastan? Y muchas preguntas más se me
vienen, y entonces ¿Qué mas, a parte de las campañas, leyes, denuncias, etc,
etc, es necesario?, a la luz de lo que plantea la Maestra Marcela Lagarde, es
indispensable un ESTADO DEMOCRATICO y ESTADO DE DERECHO!!!!, y la pregunta del millón
es; ¿Tenemos eso en Nicaragua?, esta mas que probado y a la luz de la propia constitución
política de Nicaragua, que no!!!, que estamos frente a un Estado en situación de coma (y estoy siendo benevolente),
que tenemos autoridades de facto en los Poderes del Estado, y que por ende
proyecta la condición deficitaria de los mismos. Podrán decirme, pero se acaba
de aprobar la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres (Ley 779),
pero también es cierto que solo por el hecho de contar con una herramienta
legal, no se logra erradicar la violencia contra las mujeres como por arte de
magia, si no, que requerimos un Estado que garantice su efectividad en la aplicación,
y para esto, es condición sine qua non,
que quienes velen y garanticen la aplicación de las leyes, sean ciudadanos/as
probos/as, justos/as y con alto sentido de igualdad, y que también sean demócratas
tanto en su vida pública como privada; porque quien administra la cosa pública,
debe ser referente en alguna medida, de aquello que como sociedad estamos
queriendo alcanzar, sin embargo, tenemos grandes “pegones”[5] en eso,
es muy conocido como la corrupción en este país avanza de manera galopante y a
la libre, sin que nada y nadie pareciera detener y a veces, ni aceptar que
existe.
Entonces, como
vamos a creer que será posible erradicar la violencia contra las mujeres, si el
poder político, social y económico aun sigue siendo controlado y manipulado por
el patriarcado corrupto, misógino y fundamentalista?, y que ese patriarcado se
traduce, en que Nicaragua tiene un presidente de facto, acusado de violación sexual,
que ampara a violadores y agresores de mujeres (ejemplo claros, el Boxeador Ricardo
Mayorga, El Chocolatito y muchos más), que arriesga la vida de las mujeres, al
ser parte de la penalización del aborto terapéutico, que impone a jueces a
magistrados en el sistema de justicia para que velen por sus intereses y no por
los de la ciudadanía, que manda un claro mensaje permisividad de la violencia
social, porque el mismo y en si mismo representa la violencia y abuso de poder
en detrimento de los derechos de la ciudadanía y en particular los derechos
humanos de las mujeres (cuando me refiero al ejecutivo, no solo me refiero a su
persona, si no a lo que represente y a quienes representa, y por su puesto también
me refiero a sus incondicionales, en este capítulo de la historia de Nicaragua).
En síntesis,
considero que de nada sirve, decirse y pensarse demócrata, si no somos capaces
de pronunciarnos antes los horrendos femicidios que están ocurriendo en este país,
si no somos capaces de exigir que la justicia se aplique de manera efectiva
para quienes creyendo que son dueños de las mujeres, las matan, las controlan y
las abusan de las formas que consideren. De nada sirve rasgarse las vestiduras
en defensa de la DEMOCRACIA, si esa democracia que se pide, no es explicita en
el respeto a una vida libre de violencia de las mujeres, entonces es urgente
por tantas razones y esta, lograr que en Nicaragua se implemente la democracia
y estado de derecho, de lo contrario la violencia contra las mujeres seguirá.
Y como dije
anteriormente; la violencia contra las mujeres no viene sola.
[1] Digo “pobrecitis” a lo común que se vuelve expresar
frases como; “pobrecita como la mataron” “pobrecita y dejo hij@s”, etc.
[2] No tengo todos los conocimientos necesario para ese
tipo de análisis.
[3] Enojo.
[4] María
Marcela Lagarde y de los Ríos (Ciudad de México, 1948) es una académica,
antropóloga e investigadora mexicana, representante del feminismo latinoamericano.
Es autora de numerosos artículos y libros sobre estudios de género, feminismo, desarrollo humano y democracia, poder y autonomía
de las mujeres, etc. http://es.wikipedia.org/wiki/Marcela_Lagarde
[5] Obstáculos
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