Me hicieron creer que
todo pasaría, que todo cambiaría,
Que la nueva generación
de luchadores quería un mejor amanecer,
Me hicieron repetir innumerables
veces que “los mártires vencieron”,
Que vencieron? Que “avanzáramos
a la revolución”, cual revolución?
Me dijeron que el “pueblo
es dueño de su historia y arquitecto de su liberación”.
Cambiaron la historia
de acuerdo a sus intereses,
Se erigieron en
jueces, en amos, en dictadores, en opresores,
Se rasgaron las
vestiduras, pero no se rasgaron el alma,
De sus bocas salieron
palabras dulces y también malditas,
Sus corazones
mientras ostentan el poder no parecen de carne,
Sus pensamientos se
pudren como se pudren sus huesos mortales,
Pensé que era un
sueño, y soñé que era real,
Volvieron mis ojos a
cerrarse y encontraron la más triste realidad,
El pueblo dormía, el
pueblo soñaba, el pueblo lloraba, pero su llanto no se oía,
Los oídos se abrieron
a cantos de sirenas, a música y palabras mezcladas con veneno,
Pero se cerraron a la
libertad, a la autonomía, a la justicia, a la igualdad y a la vida,
Se pensaron, y se vieron
como los dioses; arrogantes, altivos, y de la realidad ajenos,
Soñé con mi país, pero no era mi país, era tierra
de todos y de nadie, era igual que antes.
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